sábado, 11 de agosto de 2007

Positivismo lógico.

POSITIVISMO LÓGICO
INTRODUCCIÓN


LA ESCUELA filosófica cuya contribución al método científico vamos a examinar en este capítulo fue bautizada por Blumberg y Feigl como positivismo lógico, aunque también se conoce como empirismo lógico, empirismo científico o ; el término positivismo lógico t NMVBNMBV usa, aunque incorrectamente, para referirse a la filosofia analítica o del lenguaje, desarrollada sobre todo en Inglaterra después de la segunda Guerra Mundial.

Los prolegómenos de lo que 15 años más tarde se inauguraría como el Círculo de Viena datan de 1907, cuando un físico, Philipp Frank, un matemático, Hans Hahn, y un economista, Otto Neurath, empezaron a reunirse para discutir temas de filosofía de la ciencia. Se consideraban herederos de la tradición empirista vienesa del siglo XIX, íntimamente relacionada con el empirismo inglés, que había culminado con la postura rigurosamente antimetafísica y positivista de Ernst Mach. Sin embargo, no estaban satisfechos con la participación adjudicada por Mach a la física, las matemáticas y la lógica en la ciencia, sino que se inclinaban más en dirección del pensamiento de Poincaré, aunque sin abandonar la doctrina fundamental de Mach, que consideraba a la ciencia como la descripción de la experiencia. Cuando en 1922 Moritz Schlick fue invitado a Viena a desempeñar la cátedra de historia y filosoffa de las ciencias inductivas (la misma que había impartido Mach hasta 1901), las reuniones se hicieron cada vez más regulares y el grupo fue aumentando en número y en variedad de miembros.

Otto Neurath (1882-1945).

En 1926 Rudolf Carnap se incorporó a la Universidad de Viena como instructor de filosofía y permaneció ahí por cinco años, asistiendo regularmente a las reuniones, hasta que fue llamado a la Universidad de Praga. Tanto Schlick como Carnap eran físicos, el primero discípulo de Max Planck y el segundo de Gottlob Frege, pero ambos habían derivado sus intereses hacia la filosofía de la ciencia, influidos por las ideas de Mach.

No es de extrañar, pues, que en 1928 el grupo se haya constituido formalmente en la "Ernst Mach Verein", o sea la "Sociedad Ernst Mach'', definiendo sus objetivos como la propagación y progreso de una visión científica del mundo y la creación de los instrumentos intelectuales del empirismo moderno.

En 1929, para conmemorar el regreso de Schlick a Viena, que había pasado una temporada como profesor visitante en EUA, el círculo preparó un escrito en forma de manifiesto, titulado: "La visión científica del mundo: el Círculo de Viena", en donde se define el movimiento filosófico y se identifican sus orígenes en positivistas como Hume y Mach, metodólogos como Poincaré y Einstein, lógicos como Leibniz y Russell, moralistas como Epicuro y Mill, y sociólogos como Feuerbach y Marx. En el apéndice de este manifiesto aparecen los miembros del Círculo de Viena, que entonces eran catorce:

· GUSTAV BERGMANN, filósofo y matemático
· RUDOLF CARNAP, físico y filósofo
· HERBERT FEIGL, filósofo
· PHILIPP FRANK, físico
· KURT GÖDEL, matemático
· HANS HAHN, matemático
· VIKTOR KRAFT, historiador y filósofo
· KARL MENGER, matemático
· MARCEL NATKIN, matemático
· OTTO NEURATH, sociólogo
· OLGA HAHN-NEURATH, matemática
· THEODOR RADAKOVIC, filósofo
· MORITZ SCHLICK, físico y filósofo
· FRIEDRICH WAISMANN, filósofo

Moritz Schlick (1882-1936).

Además, aparecen otros diez personajes identificados como simpatizadores, entre ellos Alfred J. Ayer y Frank P. Ramsey, filósofos ingleses, Hans Reichenbach y Kurt Grelling, de Berlín y otros más. Los tres "principales representantes de la concepción científica del mundo" son identificados como Albert Einstein, Bertrand Russell y Ludwig Wingenstein.

Aunque posteriormente se agregaron al Círculo de Viena otros miembros, como el abogado Félix Kaufmann, los matemáticos Karl Menger y Kurt Reidemeister, y el filósofo Edgar Zilsel, durante su breve existencia el Círculo conservó un tamaño minúsculo, nunca mayor de 20 a 25 miembros. Sin embargo, su impacto internacional fue de gran trascendencia, no sólo en Europa sino en todo el mundo, gracias a su prodigiosa productividad original: de 1928 a 1938 publicó una serie de monografíias (atribuidas los primeros seis años a la "Ernst Mach Verein", y editadas por Neurath los últimos cuatro años), en 1930 tomó posesión de la famosa revista Annalen der Philosophie y la transformó en Erkenntnis ("Conocimiento"), que funcionó como la voz de los miembros del Círculo de Viena y de sus partidarios hasta 1938, cuando se mudó a La Haya y cambió de nombre, a Journal of Unfied Science, que conservó hasta su interrupción, dos años después.

En cambio, el impacto del Círculo de Viena en la filosofía alemana de su tiempo y de la posguerra fue mínimo; con excepción del grupo de Berlín y de Heinrich SchoIz, de M&#nster, la reacción fue de un persistente y ominoso silencio. Aunque la explicación de este interesante fenómeno social y cultural seguramente es múltiple, creo que es posible identificar por lo menos dos factores que seguramente contribuyeron de manera importante a su génesis: 1) el Círculo de Viena prefirió dejar de lado el movimiento filosófico alemán más original y poderoso de principios del siglo XIX, conocido y aceptado como la Naturphilosophie, de hecho, la Naturphilosophie era precisamente lo que el positivismo lógico combatía, el obstáculo que debería eliminarse para poder aspirar a un conocimiento real de la naturaleza; 2) casi todos los miembros del Círculo de Viena eran judíos, lo que a partir de los años treinta se transformó, no sólo en Viena sino en otras muchas partes de Europa, en un problema de sobrevivencia. De cualquier manera, en esa década el Círculo se desintegró y dejó de funcionar: en 1931 Carnap se mudó de Viena a Praga y Feigl se fue primero a lowa y después a Minnesota; Hahn murió en 1934; en 1936 Schlick fue asesinado por un estudiante loco en las escaleras de la Universidad de Viena, y Carnap emigró a EUA, seguido por Feigl, Gödel, Menger, Kaufmann y Ziegel; Neurath y Waismann se refugiaron en Inglaterra. La «Ernst Mach Verein" fue legalmente disuelta en 1938 y a partir de esa fecha la venta de sus publicaciones quedó formalmente prohibida en Alemania.

En los breves años en que funcionó el Círculo de Viena, dos personajes de gran interés para nuestra historia, Ludwing Wittgenstein y Karl Popper, vivieron en esa ciudad y tuvieron relaciones cercanas con algunos de sus miembros, aunque no formaron parte del círculo ni asistieron a sus famosas reuniones de los jueves en la noche. Los amigos de Wittgenstein eran Schlick y Waismann, pero la influencia más profunda la ejerció Wittgenstein en el Círculo de Viena a través de su Tractatus Logico-Philosophicus.
VI.2. LUDWIG WITTGENSTEIN
Uno de los filósofos más importantes de este siglo, pero también uno de los más difíciles de entender, fue Ludwig Wittgenstein (1889-1951) quien nació en Viena, en una familia de amplios recursos; su padre era una figura importante en la industria del hierro y acero del Imperio austro-húngaro. Aunque los Wittgenstein eran de ascendencia judía, el abuelo se convirtió al protestantismo, la madre del filósofo era católica y lo bautizó en esa Iglesia. La familia entera tenía gran afición por la música; todos los hijos (fueron ocho) tocaban algún instrumento, un hermano del filósofo fue pianista y el mismo Ludwig tocaba el clarinete; Johannes Brahms era un amigo cercano de la familia. Wittgenstein fue educado en su casa hasta los 14 años de edad, y por tres años más en una escuela en Linz. A continuación estudió ingeniería en la Escuela Politécnica de Berlín, y dos años después aeronáutica en la Universidad de Manchester, en donde permaneció por tres años.

Fue en este periodo en que sus intereses poco a poco se fueron desviando del diseño de una hélice (que es un problema fundamentalmente matemático) a las matemáticas puras, y de ahí a los fundamentos de las matemáticas. Se dice que cuando solicitó literatura en este campo se le recomendó el libro de Bertrand Russell Los principios de las matemáticas que había aparecido en 1903 y que de ahí surgió su interés en examinar los trabajos de Frege, su decisión de abandonar sus estudios de ingeniería, y su deseo de ir a Jena a discutir sus planes con el propio Frege. El lógico alemán le aconsejó que fuera a Cambridge y estudiara con Russell, y Wittgenstein siguió su consejo.

Ludwig Wittgenstein (1889-1951).

En Cambridge, Wittgenstein encontró una atmósfera de gran actividad intelectual.

En la década que precedió a la primera Guerra Mundial, Russell y Whitehead publicaron su Principia Mathematica, mientras que el filósofo más influyente era George E. Moore. Wittgenstein se hizo pronto amigo de Russell, y lo mismo ocurrió con Moore y con Whitehead, así como con Keynes el economista, Hardy el matemático y otros talentos semejantes. Wittgenstein permaneció en Cambridge casi dos años, y a fines de 1913 se fue a vivir a Noruega, en una cabaña que se construyó él mismo, en un sitio completamente aislado. Al estallar la guerra ingresó como voluntario al ejército austriaco y peleó hasta 1918, en que cayó prisionero de los italianos. Durante todo el tiempo que estuvo en el frente siguió trabajando en los problemas de filosofía que lo habían ocupado en Cambridge y en Noruega, y en agosto de 1918 había terminado de escribir su libro Logisch-philosophische Abhandlung (mejor conocido por su titulo en latín, Tractatus Logico-Philosophicus, sugerido por Moore), de modo que cuando fue capturado llevaba el manuscrito en su mochila. Gracias a la ayuda de Keynes, logró enviarle una copia a Russell desde el campo de concentración donde estaba prisionero, cerca de Monte Cassino, en el sur de Italia; también le mandó copia a Frege.

Poco menos de un año más tarde, cuando los italianos lo liberaron, Wittgenstein buscó reunirse con Russell para discutir su libro con él, pero como no tenía dinero para viajar hasta Inglaterra, Russell obtuvo recursos para el viaje vendiendo unos muebles que Wittgenstein había dejado en Cambridge. Los muebles no deben haber valido mucho, porque la reunión no se llevó a cabo en Inglaterra sino en Amsterdam. La pobreza de Witgenstein se debía a que, convencido por sus lecturas de Tolstoi de que no debería poseer ni disfrutar riqueza, se había deshecho de la considerable fortuna que heredó a la muerte de su padre, en 1912. Wittgenstein convenció a Russell de que escribiera un prólogo a su libro, que primero se publicó en alemán (sin la introducción de Russell) en 1921, y al año siguiente en inglés. Como Wittgenstein pensaba que ya había resuelto todos los problemas más importantes de la filosofía (lo dice en el prefacio del Tractatus), decidió dedicarse a otra actividad y escogió la de profesor de primaria. En 1919 asistió a una escuela normal vienesa (Lehrer bildungsanstalt), y de 1920 a 1926 fue profesor de escuela primaria en varios pueblitos en el sur de Austria. Su siguiente ocupación (que duró pocos meses) fue la de jardinero de un monasterio en Hüteldorf, cerca de Viena. A continuación, pasó dos años trabajando como arquitecto, ingeniero y decorador de una mansión que se construyó en Viena para una de sus hermanas. En esa misma ciudad, en 1928, Wittgenstein escuchó a Brouwer disertar sobre los fundamentos de las matemáticas, lo que debe haberlo impresionado profundamente, porque a principios de 1929 llegó a Cambridge y se matriculó como estudiante del doctorado en filosofía. Como su estancia previa en esa universidad llenaba los créditos requeridos, y su Tractatus (publicado ocho años antes) valía como tesis, Wittgenstein se graduó en junio de 1929.

Un año después fue nombrado "Fellow" del Trinity College, y a partir de entonces permaneció en Cambridge hasta su muerte, con excepción de un año que volvió a pasar en su solitaria cabaña noruega (1936-1937). En 1939 Wittgenstein fue nombrado profesor de filosofía de la Universidad de Cambridge, pero poco antes de que ocupara su puesto estalló la segunda Guerra Mundial y Wittgenstein trabajó primero como camillero en el Hospital Guy's de Londres y después como técnico en un laboratorio médico en Newcastle. Al terminar la guerra regresó a Cambridge pero sólo por dos años, ya que en 1947 renunció a seguir siendo profesor, para dedicar todo su tiempo a la investigación filosófica.

De acuerdo con su costumbre, primero se fue a vivir a una granja en Irlanda y después en una cabaña en la costa oeste del mismo país, pero en 1948 ya estaba residiendo en Dublín. Al año siguiente, Wittgenstein viajó a EUA para visitar algunos amigos, pero al regreso de este breve viaje se le diagnosticó un cáncer incurable. A partir de este momento Wittgenstein se quedó en Inglaterra, viviendo por temporadas con amigos en Cambridge y en Oxford. Murió en 1951, en Cambridge; sus últimas palabras fueron: "Diles que he vivido una vida maravillosa", pero el profesor Norman Malcolm, quien lo conoció íntimamente (fue uno de los amigos estadunidenses que Wittgenstein visitó en su último viaje a EUA) dice de esta última frase de Wittgenstein lo siguiente:

Cuando pienso en su profundo pesimismo, en la intensidad de sus sufrimientos mentales y morales, en la forma incansable en que estimuló su intelecto, en su necesidad de amor, junto con la rudeza con que lo rechazó, me inclino a creer que su vida fue forzosamente infeliz. Sin embargo, al final él mismo dijo que había sido "maravillosa". Para mí, este pronunciamiento es una expresión extrañamente emotiva y misteriosa.

El Tractatusha sido muchas cosas diferentes para sus distintos lectores, pero para el Círculo de Viena representó uno de los textos fundamentales. Está escrito en forma de aforismos, numerados de acuerdo con un código especial: cada sección lleva un número (del 1 al 7), los comentarios sobre el primer aforismo se numeran I.l, 1.2, etc., los comentarios sobre los comentarios 1.1.1., 1.1.2., 1.1.3., etc. Cada aforismo es un resumen supercondensado de conjuntos de ideas que Wittgenstein había anotado en sus cuadernos y que había ido integrando y sintetizando a través de varias (a veces muchas) formulaciones, de modo que a pesar de que el Tractatus es un esbelto librito de menos de 80 páginas, su lectura (requiere varias) cuesta muchas, pero muchas más horas de atención concentrada. Para nuestro interés, quizá lo mejor será iniciar un resumen de sus principales contribuciones al método científico con el último y más famoso aforismo del libro: "De lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio."

¿Qué quiere decir esta aseveración? Quiere decir que el mundo exterior existe como un grupo de hechos, que a su vez están constituidos cada uno por distintas configuraciones (Sachverhalten) cuyos componentes se representan por proposiciones elementales, lógicamente independientes entre sí. Cuando tratamos de describir el mundo en cualquier lenguaje, científico o no, surge la duda de si lo que decimos realmente corresponde a lo que el mundo es, o sea el serio problema de las relaciones entre el lenguaje y las configuraciones de la realidad que intenta describir. Lo que deseamos conocer es la verdadera naturaleza de tal correspondencia, pero estamos condenados a lograrlo de manera indirecta, porque sólo podemos expresarla por medio del lenguaje. Wittgenstein trató de hacerlo lo mejor que pudo por medio de la teoría, del lenguaje, como imagen. Según Von Wright,

Wingenstein me dijo cómo se le ocurrió la idea del lenguaje como unaimagen de la realidad. Se encontraba en una trinchera en el frente oriental, leyendo una revista en la que había una representación esquemática de las secuencias de eventos posibles de un accidente automovilístico. La figura desempeñaba el papel de una proposición, o sea, de una descripción de las configuraciones posibles. Poseía tal función gracias a la correspondencia entre las partes de la imagen y las cosas reales. Fue aquí cuando se le ocurrió a Wittgenstein que la analogía podría invertirse y que decir que una proposición funciona como una imagen, en virtud de la correspondencia entre sus partes y la realidad. La manera como se combinan las partes de la proposición —la estructura de la proposición— describe una combinación posible de los elementos en la realidad, una posible configuración.

Buena parte del Tractatusse invierte en tratar de expresar la naturaleza de la relación entre el lenguaje y la realidad que describe, pero el libro termina sin haberlo logrado. Lo que Wittgenstein concluye es que tal relación existe pero no es lógicamente expresable; no se puede decir, pero si se puede mostrar, por medio del lenguaje interpretado como imágenes. Tal esfuerzo se conoce como filosofía, que por lo tanto no es una ciencia, en vista de que no nos dice nada acerca de las configuraciones que constituyen la realidad del mundo exterior. Para Wittgenstein, la filosofía es más bien una actividad, en lugar de ser un cuerpo de doctrina, y su objetivo es contribuir a aclarar las ideas. Desde luego, toda esta discusión se presenta por medio del lenguaje, lo que requiere definiciones y aclaraciones, otra vez expresadas por medio del lenguaje, y así ad infinitum. La conclusión es que en última instancia, lo que Wittgenstein trataba de comunicarnos no podía, per natura, hacerlo estrictamente explícito, o sea que el análisis filosófico no tiene sentido, porque lo que tiene que decir es inherentemente inexpresable. Las relaciones entre el mundo real y su descripción por medio del lenguaje no pueden expresarse en ese mismo lenguaje. De ahí que: "De lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio."

En su teoría del lenguaje como imagen, las proposiciones poseen una especie de estructura lógica que refleja la propia estructura lógica de la realidad, ya que se supone que tanto el lenguaje como el mundo comparten tal arquitectura. El lenguaje "ilustra" las configuraciones posibles en la naturaleza, y se dice que posee sentido o significado precisamente cuando hay la posibilidad de correlacionarlo con los hechos reales. La confrontación de las proposiciones con la realidad permite establecer si son verdaderas o falsas. Esto es lo más cerca que estuvo Wingenstein de¡ "principio de la verificabilidad" que, como veremos en un momento, el Círculo de Viena le atribuyó. En cambio, sobre la posible relación causal entre diferentes configuraciones del mundo exterior, la postura de Wittgenstein era idéntica a la de Hume, ya que negaba cualquier conexión lógica entre ellas:

Es imposible hacer cualquier inferencia a partir de la existencia de una configuración determinada, sobre la existencia de otra configuración completamente distinta.

Frontispicio del libro Tractaus Logico-Philophicus,de Ludwing Wittgenstein, publicado por primera vez en 1921.

No existe conexión lógica alguna entre configuraciones diferentes, por lo que la inducción se reduce a tina forma cómoda de proceder, compatible con la experiencia y basada en un principio de sencillez, pero sin validez lógica.

Esta postura tenía consecuencias importantes para la ciencia, en vista de que, en sentido lógico, sus leyes no son tales, sino más bien resúmenes condensados de la experiencia, capaces de describir los fenómenos que subentienden pero totalmente incapaces de explicarlos. Intentar explicar una ley científica por medio de otra ley, y así sucesivamente, es caer en una regresión infinita, por lo que los antiguos filósofos (según Wittgenstein) no estaban tan descaminados al asignarle la explicación última a una entidad final, Dios o el Destino, que no necesita explicación. Pero Wittgenstein fue más allá que Hume, insistiendo en que la ley de la causalidad no era una ley, sino más bien la forma de una ley; en otras palabras, el principio que dice: "Todo evento tiene su causa", no es empírico, no se deriva de la experiencia, no es una descripción de la naturaleza. La razón es que dos episodios del mismo evento que ocurren en momentos distintos siempre difieren entre sí en algo, por lo tanto, siempre deberán convocarse factores causales para explicar tales diferencias. La conclusión es que el principio de causalidad se reduce a una de las reglas que seguimos para hablar de la realidad; de ninguna manera implica que la naturaleza sea, realmente, causal.

Frontispicio del libro Ludwing Wittgenstein, A memoir, de Norman Malcom, publicado en 1958.

Wittgenstein ofreció una imagen muy esclarecedora (por lo menos, para mí) de sus ideas sobre el conocimiento científico de la realidad; me refiero a su ejemplo para interpretar la mecánica newtoniana:

Imaginemos una superficie blanca con manchas negras irregulares. Al margen de la imagen de conjunto que adopten, siempre podremos aproximarnos a ella con toda la exactitud que queramos cubriéndola con una malla tan fina como sea necesario y anotando en cada espacio si es blanco o negro. De esta manera habremos impuesto una estructura uniforme en la descripción de la superficie.

Naturalmente, también puede haber mallas de distintas medidas, con agujeros de formas diferentes, lo que correspondería a diversos tipos de descripciones teóricas: desde luego, se podría contemplar la superficie blanca con manchas negras irregulares a través de una malla "causal", lo que seguramente produciría una imagen muy distinta de la obtenida con una malla "acausal". De cualquier manera, la distribución de las manchas negras sobre la superficie blanca siempre tendrá una influencia determinativa sobre lo que se ve a través de las mallas, igual en importancia al tipo de malla que se utilice. En otras palabras, existen dos componentes esenciales en el conocimiento, el objetivo, que es el equivalente a la superficie blanca con las manchas negras, o sea la realidad (o el elemento a posteriori kantiano), y el subjetivo, que corresponde a la malla, o sea el sujeto que conoce (o el elemento a priori kantiano). Es claro que la superficie blanca con manchas negras nunca podrá ser vista en ausencia de alguna malla; la realidad tal cual es (la famosa Ding an sich kantiana) nos está vedada. Pero en cambio existe la posibilidad de que podamos aprender más acerca de la naturaleza investigando cuál tipo de malla (o de teoría científica) permite la descripción más simple.

Wittgenstein escribió otras obras, pero aparte del Tractatus y de un breve artículo ninguna más se publicó durante su vida. Sus tres libros póstumos (dos de ellos dictados durante sus conferencias como profesor de filosofía en Cambridge, el otro integrado por devotos alumnos a partir de sus desordenadas notas), son de interés menor para nuestro tema, excepto por un aspecto: en su Philosophical investigations ("Investigaciones filosóficas"), que tan mal le supo a Russell, Wittgenstein se abre a la sociología de la ciencia. A partir de que las proposiciones lógicas nos parecen válidas por razones "no lógicas" sino más bien por nuestra educación y medio cultural, de que las expresamos en un lenguaje que tiene sus propias reglas, que también se derivan de la práctica cotidiana, que nos ha enseñado que ciertas formas de expresión tienen sentido y otras no lo tienen, debe concluirse que el conocimiento científico reside, en última instancia, en la forma de la sociedad y en sus costumbres, especialmente en relación con el lenguaje. De manera que realmente el científico (y también el no científico) nunca "ve" pasivamente al mundo absorbiendo impresiones que posteriormente interpreta, como creían los empiristas y los positivistas, como Wittgenstein afirmó en su Tractatus y como defendieron los positivistas lógicos, sino que la observación es un proceso activo, matizado por las expectativas teóricas, las suposiciones culturales, los atributos del lenguaje, y otros factores más, tanto sociales como individuales; en otras palabras, la observación es un proceso conceptual que influye o determina la percepción. Como veremos en un momento, esto se opone al concepto de la estructura de las teorías científicas que postularon los positivistas lógicos, basados en el Tractatus de Wittgenstein.

VI.3. RUDOLF CARNAP
Quizá la figura filosófica más sobresaliente del Círculo de Viena fue Rudolf Carnap (1891-1970), quien nació en Ronsdorf, en el noroeste de Alemania, en el seno de una familia de "humildes tejedores". Después de terminar el Gymnasium en Barmen, estudió en las universidades de Freiburg y Jena de 1910 a 1914, especializándose en física, matemáticas y filosoffa; uno de sus profesores en Jena fue Gottlob Frege, quien junto con Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, probablemente ejerció la más poderosa influencia en su desarrollo intelectual. Al declararse la guerra, Carnap interrumpió sus estudios, se enlistó en el ejército alemán y peleó durante cuatro años, hasta el mismo día del armisticio. De regreso en Jena, terminó su carrera y se doctoró en filosofía en 1921 con una tesis titulada "El espacio: una contribución a la teoría de la ciencia", que ya contiene algunos elementos fundamentales de su filosofía, entre otros la tendencia a considerar las controversias filosóficas como debidas a la falta del análisis lógico de los conceptos empleados, así como el compromiso con un empirismo de base, apoyado en los métodos más avanzados de la lógica y las matemáticas.

En esos tiempos Carnap también estaba influido por el convencionalismo de Poincaré. De Jena, Carnap viajó a Freiburg con una beca para continuar sus estudios, y ahí permaneció por los siguientes cinco años; durante su estancia en Jena había leído el Principia Mathematica de Russell y Whitehead, así como los trabajos ulteriores de Russell sobre la teoría del conocimiento; sin embargo, en Freiburg no pudo encontrar una copia de los Principia y como no tenía dinero para comprarse una nueva, le escribió a Russell preguntándole dónde podría conseguir una copia usada de su obra. La respuesta fue una carta de 36 páginas en la que Russell condensó todas las definiciones en que se basan las conclusiones más importantes de su monumental libro. Con este tesoro, Carnap pudo terminar su texto Elementos de lógica matemática en 1924, aunque no se publicó hasta 1929.

Dos años más tarde, Carnap aceptó una invitación de la Universidad de Viena para fungir como instructor (Privatdozent) de filosofía, posición en la que permaneció por los siguientes cinco años; además de ingresar al Círculo de Viena y de convertirse en uno de sus miembros más asiduos e importantes, en ese lapso Carnap publicó su famoso libro La construcción lógica del mundo. De este volumen Ayer dice lo siguiente:

Un trabajo inmensamente ambicioso que refleja, igual que todas las otras obras de Carnap, enorme labor y muy grandes logros teóricos, y que adopta el punto de vista que llamó solipsismo metodológico. El uso del término "metodológico" fue claramente intencionado: pretendía inhibir las discusiones sobre problemas epistemológicos a los que seguramente daría cabida la elección de una plataforma solipsista.

Todos los que hemos leído el famoso Aufbau, de Carnap estaremos de acuerdo en que se trata de un tour de force filosófico, la culminación de un programa iniciado por Russell, que partiría de las bases empíricas más simples y que crecería lógicamente hasta alcanzar la descripción definitiva de nuestro conocimiento de la realidad; en otras palabras, la presentación de un programa fielmente empirista, apoyado no sólo en el atomismo lógico de Russell sino en el fenomenismo de Mach. La diferencia principal era que, si bien Mach planteó a las sensaciones y los pensamientos como dados, y su preocupación fue analizarlos en búsqueda de¡ mecanismo por el que las sensaciones generan a los pensamientos, Carnap no supuso que su empresa tuviera mucho que ver con procesos psicológicos. Más bien se trataba de una reconstrucción racional, de la descripción esquemática de un procedimiento imaginario, consistente en pasos específicos, prescritos racionalmente; además, influido por los psicólogos partidarios del movimiento Gestalt, que postularon que las experiencias no se registran como la suma de muchas sensaciones individuales sino como paquetes integrados, Carnap propuso que los componentes de las percepciones son experiencias instantáneas totales, en lugar de datos sensoriales aislados. De todos modos, las unidades aceptadas por Carnap para construir la estructura lógica del mundo no fueron las experiencias elementales sino las semejanzas y diferencias que reconocemos entre ellas; es decir, no son los hechos mismos sino las relaciones que percibimos entre ellos las que se encuentran en la base de todo el edificio carnapiano. Naturalmente, las semejanzas pueden reconocerse entre más de dos experiencias elementales, lo que permite identificar "círculos de sernejanza" que a su vez pueden coincidir o superponerse en parte, con lo que Carnap introdujo su concepto de la "clase cualitativa", definido como sigue:

Una clase k de experiencias elementales se convierte en una clase cualitativa cuando k está contenida totalmente en cada círculo de semejanza que contiene por lo menos la mitad de ella y si, para cada experiencia elemental x que no pertenece a k, existe un círculo de semejanza que contiene a k y al que x no pertenece.

No voy a continuar resumiendo la construcción lógica del mundo según Carnap por varias razones: en primer lugar, Carnap mismo se apartó de sus ideas básicas en escritos ulteriores; en segundo lugar, no hay sitio en la teoría carnapiana del conocimiento para la contribución del investigador a la estructura del universo, o sea que Kant queda excluido y prevalece el concepto de Locke, de la mente humana como tabula rasa, con la salvedad de que puede reconocer y recordar semejanzas y diferencias entre experiencias elementales; en tercer lugar, como todo verdadero empirista, Carnap se encuentra muy pronto con el problema de la inducción y no hace nada con él. Según Oldroyd:

Con base en su tremendo esfuerzo junto con su alto grado de ingenio filosófico, el sistema de Carnap ciertamente convoca tanto nuestra atención como nuestra admiración. La construcción lógica del mundo fue una verdadera tour de force; pero me permito sugerir que, considerada globalmente, no tuvo mucho sentido. El mismo Carnap la identificó abiertamente como un ejeniplo de "reconstrucción racional", sin duda interesante como ejercicio intelectual, pero sin relación alguna con la manera como realmente pensamos acerca del mundo o de nosotros misnios. Para averiguar esas cosas se requiere la ciencia de la psicología. Además, la empresa de Carnap no tuvo ni atractivo ni aplicación para los investigadores científicos.

En el mismo año en que apareció La construcción lógica del mundo (1928), Carnap publicó otro pequeño volumen con el largo pero explícito título de Seudoproblemas en filosofía: otras mentes y la controversia del realismo. En este texto Carnap ya se muestra profundamente influenciado por Wittgenstein, en vista de que abandona su postura previamente neutra respecto a la metafísica y se convierte en su principal y más importante enemigo. A partir de esa época, los problemas metafísicos generales, y especialmente la controversia entre idealismo y realismo, se identificaron como seudoproblemas. Las ideas de Carnap prevalecieron en el Círculo de Viena y hasta persuadieron a Schlick (quizá no completamente) de abandonar su persistente realismo.

El concepto de seudoproblema filosófico influyó en otros filósofos de la ciencia y nunca estuvo ausente de los escritos ulteriores de Carnap, cuando se interpretan de acuerdo con lo que este autor identificaba como el "principio de la verificabilidad" de Wittgenstein.

Como ya señalamos anteriormente, este principio no ocurre como tal en ninguno de los textos del pensador austriaco, pero también es cierto que en ellos no hay nada que se oponga a él. El principio de la verificabilidad establece que el significado de una proposición está dado por las condiciones de su verificación y que tal proposición sólo es cierta cuando es verificable en principio. En términos más generales, la teoría específica que las palabras adquieren significado sólo cuando satisfacen ciertas condiciones empíricas, directas o indirectas; Carnap incluyó además a algunas expresiones lingüísticas y matemáticas, que no poseen contenido objetivo, en vista de que se relacionan con la estructura de los lenguajes en los que se expresan las proposiciones empíricas. Pero todas las otras proposiciones deben descartarse, en vista de que no tienen significado; esto incluye a la inmensa mayoría o a todas las proposiciones metafísicas, éticas y estéticas. Carnap sugiere que los problemas formulados en estas áreas sólo pueden responderse por medio de proposiciones sin significado, y por lo tanto se trata de seudoproblemas. El concepto de los seudoproblemas fue adoptado por los positivistas lógicos del Círculo de Viena como uno de sus principales arietes en contra de la metafísica.

Frontispicio del libro An introduction to the philosophy of science, de Rudolf Carnap (1891-1970, foto), editado por Martin Gardner, que contiene un resumen de muchas de las ideas del filósofo positivista.

Otro aspecto del positivismo lógico de Carnap, que por cierto este autor adoptó de Neurath, fue su postulado de la unidad de todas las ciencias; de acuerdo con este postulado, los protocolos de todas las ciencias (físicas, biológicas y sociológicas) pueden y deben expresarse, en última instancia, en forma de enunciados cuantitativos de puntos definidos de espacio-tiempo. En otras palabras, Carnap surgió como el más articulado defensor de una vieja postura filosófica en la ciencia, el reduccionismo, que poseía una antigua tradición (apoyada en todos los opositores de Aristóteles, que no eran pocos), una fuerte presencia en su tiempo (los antivitalistas, que eran legión), y un futuro repleto de éxitos sensacionales, como la biología molecular y la ingeniería genética, que son fluorescentes realidades actuales. Naturalmente el reduccionismo de Carnap se enfrentó a corrientes tanto directamente opuestas como tangencialmente distintas, cuyo contenido, impacto y vigencia no voy a examinar aquí. Lo que sí mencionaré es el hecho histórico de que en 1938 se publicó en Chicago el primer volumen de la Enciclopedia universal de la ciencia unificada, editado por Neurath y con colaboraciones del editor, de Neils Bohr, Rudolf Carnap, John Dewey, Charles W. Morris y Bertrand Russell. En este volumen Carnap contribuyó con un artículo titulado "Logical Foundations of the Unity of Science" (Bases lógicas de la unidad de las ciencias") en donde plantea las tesis principales del empirismo lógico, que han sido admirablemente resumidas por Salmerón en las seis siguientes:

1) La lógica de la ciencia prescinde del contexto social (histórico o psicológico) del historiador.
2) La distinción entre ciencias empíricas y formales es de contenido, no de concepto.
3) Las ciencias empíricas constituyen un todo continuo, que va desde la fisica hasta la sociología, y que incluye no sólo a los hechos sino a las leyes.
4) No hay ciencias empíricas diferentes que tengan fuentes de conocimiento diferentes o usen métodos fundamentalmente distintos, sino divisiones convencionales para propósitos prácticos.
5) El progreso de la ciencia es un avance en los niveles de exactitud pero, sobre todo, de reducción.
6) Las leyes científicas sirven para hacer predicciones; en esto consiste la función práctica de la ciencia.

Salmerón comenta estas seis tesis como sigue:

El esfuerzo contenido en los seis pasajes numerados no pretendía, por supuesto, la constitución de una disciplina de carácter especulativo que, por encima de las ciencias especiales, legislara sobre la forma en que éstas deberían cumplir su trabajo. Se presentaba solamente como el análisis descriptivo de una estructura lógica, cuyos rasgos unitarios permitían comprender la forma de operar de la investigación científica en su trato con la experiencia y, como consecuencia la organización de las disciplinas y de sus relaciones. Sin embargo, muchas condiciones contribuyeron a frustrar aquel propósito: entre ellas, la limitación impuesta por el modelo elegido como ciencia ejemplar; la postulación de una meta de unidad, que la marcha de la investigación no ha logrado todavía confirmar; y el rechazo de una manera de entender la teoría, en el sentido de contemplación del mundo, que en la tradición filosófica siempre ha implicado la continuidad entre la teoría pura y la práctica vivida.

Carnap introdujo algunas modificaciones a los principios positivistas de la verificabilidad y del reduccionismo, para ha cer frente a ciertas críticas de Popper y para acercar más su sistema al verdadero carácter de la práctica de la ciencia. En relación con la verificabilidad, Carnap aceptó la crítica de Popper, de que las hipótesis científicas nunca pueden verificarse completamente por medio de la observación, y la cambió por el principio de la confirmación. De acuerdo con este principio, las hipótesis pueden ser más o menos confirmadas, o desconfirmadas, por los datos observacionales. Pero además, Carnap distinguió entre la confirmabilidad, y la noción más fuerte de "experimentalidad".

Una proposición es confirmable si existen registros de observaciones que la confirmen o desconfirmen, y una proposición confirmable es también experimentable cuando podemos definir y realizar a voluntad experimentos que conduzcan a su confirmación. De lo anterior se desprende que una proposición dada puede ser confirmable sin ser experimentable (como cuando sabemos que la observación de un grupo de eventos la confirmaría pero no es posible realizar los experimentos pertinentes), mientras que todas las proposiciones experimentables también son confirmables. Respecto al reduccionismo, Carnap relajó la exigencia de que un símbolo siempre sea equivalente a otros símbolos, a que sólo lo sean en ciertas circunstancias; el resultado es que reconoció dos tipos de proposiciones científicas, unas que llamó definiciones y que si son reducibles, y otras que llamó reducciones y que no lo son. En las definiciones siempre es posible sustituir el nuevo símbolo por medio de otros símbolos equivalentes, mientras que en las reducciones esto ya no es posible; en vista de que muchos términos científicos, según Carnap, son reducibles pero no definibles, no es posible sostener la exigencia de que se logre una traducción de cada proposición científica al mismo lenguaje de la física.

El volumen 1 de la Universal Encyclopedia of Unified Science, publicado en 1938.
¿Qué fue de todas estas espléndidas teorías y rígidas formulaciones del método científico, en la generación anterior a la nuestra? La pregunta no es esotérica, pero su respuesta debe esperar a la descripción y el análisis de las ideas de Reichenbach y de la Escuela de Berlín.

VI.4. HANS REICHENBACH

El único grupo importante de filósofos alemanes que adoptó ideas paralelas a las promovidas por el Círculo de Viena fue el de Berlín, que aunque pequeño contaba entre sus miembros a Otto von Mises, Carl G. Hempel y Hans Reichenbach (1891-1953).

Este último nació en Hamburgo, en el seno de una influyente familia judía; después de estudiar ingeniería en la Technische Hochschule de Stuttgart, continuó estudiando matemáticas, física y filosofía en las universidades de Berlín, Gotinga y Munich, hasta que en 1915 obtuvo el doctorado en filosofía en la Universidad de Erlangen. Inmediatamente después ingresó al ejército alemán y combatió durante toda la primera Guerra Mundial.

De 1920 a 1926 fue profesor en su propia escuela en Stuttgart, de donde (con el apoyo de Einstein) pasó a ser profesor de filosofía de la física en la Universidad de Berlín, en donde permaneció hasta 1933, cuando fue despedido por los nazis. Fue en este breve lapso de siete años en que Reichenbach se identificó con el Círculo de Viena (pero no totalmente, como veremos en un momento), publicó algunas de sus obras más importantes, editó (junto con Carnap) la revista Erkenntnis, ganó prestigio internacional, e inició la formación de un grupo pequeño de filósofos de la ciencia que, junto con él, empezaron a conocerse como la Escuela de Berlín. Esta escuela era un verdadero islote dentro del movimiento filosófico alemán del primer tercio de este siglo, que con la sola excepción del grupo todavía más pequeño de la Universidad de Münster, se encontraba totalmente dominado por la metafísica más estridente y desenfrenada, todavía con influencias claramente reconocibles de la Naturphilosophie de 100 años antes. Después de ser despedido de su cátedra en la Universidad de Berlín por el delito de ser judío, Reichenbach emigró de Alemania y de 1933 a 1938 fue profesor en la Universidad de Estambul, y de 1938 a 1953, en la Universidad de California.

Como Carnap, Reichenbach hizo contribuciones fundamentales en temas tan diferentes como probabilidad, inducción, espacio, tiempo, geometría, relatividad, leyes científicas, mecánica cuántica y otras más; sin embargo, aquí sólo señalaremos, en forma resumida, sus ideas más relevantes al método científico. Desde que Laplace, a principios del siglo XIX, propuso que como el universo es una entidad totalmente determinista, si conociéramos en un momento dado todas las leyes de la mecánica y todas las configuraciones y movimientos de la materia en todo el universo, podríamos predecir con exactitud toda la historia futura de la humanidad, muchos físicos y filósofos aceptaron el determinismo físico como filosofía. Naturalmente, el riguroso determinismo laplaciano se vio minado por los avances en la termodinámica del mismo siglo XIX y por la mecánica cuántica del siglo XX y desde sus orígenes fue rechazado violentamente por los que creen en la libertad de la decisión humana. De todos modos, aunque se rechazó al nivel microscópico, el determinismo físico siguió siendo aceptable al nivel microscópico.

Desde luego, Laplace sabía muy bien que no podemos predecir el futuro con certeza, y que lo más a que podemos aspirar es a plantear probabilidades, pero el sabio francés atribuía tal situación a las imperfecciones humanas y no al carácter esencialmente probabilístico de la naturaleza; esto es lo que se conoce como la "teoría subjetiva" de la probabilidad. Reichenbach la rechazó, argumentando que la esencia misma del conocimiento es su incertidumbre, en vista de que las predicciones físicas nunca son (ni pueden ser) exactas, ya que es imposible incorporar todos los factores relevantes en los cálculos. No se trata de una limitación de las capacidades intelectuales de los científicos, sino más bien de la manera como el universo se relaciona con nuestras observaciones.

Tampoco es el caso que los eventos se den en condiciones exactas y estrictamente determinadas, que nosotros sólo podemos conocer de manera aproximada. Lo que ocurre es que nos enfrentamos a secuencias de eventos que se desenvuelven dentro de ciertos rangos de probabilidad; tales secuencias son, de acuerdo con Reichenbach, los fenómenos empíricos que estudian los científicos. Éste fue el punto de partida de Reichenbach para su examen del problema de la inducción, que enfocó desde un punto de vista probabilístico.

Hans Reichenbach (1891-1953).

Reichenbach consideraba a la epistemología no como una materia descriptiva sino como un ejercicio crítico y prescriptivo. Su función más importante era generar una reconstrucción racional de la manera de pensar de un científico "ideal", que siempre debería compararse con la de los científicos reales. El objetivo de tal comparación sería la eliminación de todas aquellas formas de pensamiento que no cumplieran con los dos criterios mínimos de aceptabilidad racional: conformación compatible con el resto de la estructura previamente aceptada como esencial, y un cierto valor de "consejo", o sea de contribución distinta y original a la mencionada estructura. Los intereses de Reichenbach en la reconstrucción racional de la filosofia de la ciencia eran afines a los de sus amigos, los positivistas lógicos en Viena, pero él los mantuvo separados por medio de su insistencia probabilística.

Para Reichenbach una proposición tiene significado sólo si es posible determinarle un grado definido de probabilidad; además, dos proposiciones poseen el mismo significado si se demuestra que tienen el mismo grado de probabilidad. Las experiencias previas proporcionan base a las expectativas de eventos futuros, en vista de que nos permiten estimar la probabilidad de su ocurrencia. Tales eventos se consideran como miembros de clases y deben ser más o menos repetibles, aun cuando se trate de acontecimientos únicos, como cuando un médico señala que un enfermo probablemente falleció de cáncer, basado en su experiencia de otros casos semejantes. De esa manera, además de la inducción, Reichenbach introdujo un elemento de pragmatismo en su filosofía positivista, ya que el significado sejuzga en función de los procedimientos o el comportamiento que resulta en acciones prácticas. Un elemento central en la epistemología de Reichenbach es el "postulado", o sea una proposición que se trata como si fuera cierta, por lo menos temporalmente, aunque no se sabe que lo sea; normalmente se postulan los eventos que poseen la máxima probabilidad, o sea que se apuesta a que lo más probable es lo que ocurrirá. Ésta es la forma racional de actuar y es la que casi siempre usamos, porque es la más práctica. La meta de la inducción consiste en encontrar una serie de eventos cuya frecuencia converge hacia un límite, para lo que se hace un "postulado ciego", o sea se hace la mejor predicción posible basada en experiencias previas, con la idea de que sólo por medio de observaciones repetidas podrá saberse qué tan buena fue la predicción. Si los datos confirman el "postulado ciego" y convergen hacia el límite predicho, sabremos que fue correcto; en otras palabras, si el límite existe, éste es el procedimiento para encontrarlo. A partir del límite ya es posible asignarle un valor de probabilidad al "postulado ciego", que por lo tanto deja de serlo para transformarse en una proposición con significado.

Frontispicio del libro The Rise of Sciencific Philosophy,de Hans Reichenbach, publicado en 1954.

Esta forma de concebir a la inducción no es de carácter histórico; Reichenbach no pretendía que así es como se procede al hacer ciencia, sino que simplemente intentaba hacer una reconstrucción racional del conocimiento científico, una especie de apologética de la ciencia. Por ello es que insistió en distinguir entre el "contexto del descubrimiento" y el "contexto de la justificación", señalando que aunque el primero de ellos pudiera ser irracional, el segundo habitualmente coincide con la forma como los científicos presentan sus resultados al público, o sea con una estructura compacta y coherente, de la que ha desaparecido toda incongruencia y arbitrariedad. No debe confundirse la distinción de estos dos contextos con la postura inductivo-deductiva o con la hipotético-deductiva, en vista de que el contexto de justificación no es de carácter deductivo sino que se trata de una reconstrucción del argumento que lo transforma en coherente y lo libera de lo que fueron adivinanzas o apuestas especulativas, o sea que procede de manera esencialmente inductiva. Es en realidad la justificación pragmática del inductivismo científico.

VI.5. EPÍLOGO

Con la desbandada del Círculo de Viena a partir de 1933, la influencia del positivismo lógico empezó a disminuir en el mundo filosófico. Desde luego en Alemania, donde nunca tuvo particular arraigo, su exclusión de la vida académica fue completa y hasta después de la segunda Guerra Mundial se mantuvo ausente; la filosofía de Heidegger y sus seguidores es prácticamente todo lo que los positivistas lógicos combatieron. En otros países con mayor simpatía empirista, como Inglaterra, Australia, EUA y otros, es difícil separar la influencia directa de los positivistas lógicos de la de otros filósofos cercanos, como Russell y los analistas del lenguaje, o bien de los lógicos polacos, como Tarski. De hecho, en la Enciclopedia de la filosofía, en la sección dedicada al positivismo lógico, Passmore dice lo siguiente:

El positivismo lógico, considerado como la doctrina de una secta, se ha desintegrado. De varias maneras ha sido absorbido por el movimiento internacional del empirismo contemporáneo, dentro del cual todavía se pelean las diferencias que los separaban... El positivismo lógico, por lo tanto, está muerto, o tan muerto como puede llegar a estar un movimiento filosófico.

De manera un poco menos tajante, y con cierta nostalgia personal, el filósofo inglés Alfred J. Ayer, quien perteneció al Círculo de Viena y asistió a sus reuniones en 1930-1931, termina su examen de ese grupo y de, sus ideas de la manera siguiente:

La filosofía progresa, a su rnanera, y pocas de las tesis principales del Círculo de Viena sobreviven intactas. Metafísica ya no es un término de oprobio y se ha reconocido que al menos algunos metafísico llegaron a sus increíbles conclusiones tratando de resolver problemas conceptuales muy difíciles, El tratamiento pragmático de las teorías científicas se favorece menos que el realismo científico. Tanto la distinción analítico-sintética conio el concepto mismo de los datos sensoriales se han cuestionado, y aún entre los que todavía creen que los datos sensoriales o algo similar sirven para algún propósito útil hay pocos (si es que hay alguien) que creen que cada proposición empírica puede reformularse en sus términos. Por otro lado, todavía existe considerable apoyo para la conexción entre el significado y la posibilidad de verificación, y más aún para la conexión del significado con las condiciones de la verdad. Finalmente, pienso que puede decirse que el espíritu del positivismo vienés sobrevive: en el reacomodo de la filosofía con la ciencia, en sus técnicas lógicas, en su insistencia en la claridad, en su rechazo de lo que yo puedo describir mejor como una excrecencia repulsiva de la filosofía, le dio una nueva dirección a la materia que no parece posible que se pierda.
Fuente: ídem. p.p. 452-466.
MESOGRAFÍA

11 comentarios:

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